El gladiolo o espadilla cuenta con unas 200 variedades y subespecies nativas de África del Sur, Europa y Oriente Próximo, aunque la gran mayoría de ellas son originarias de Sudáfrica. Los híbridos actuales proceden de siete variedades sudafricanas: Gladiolus cardinalis, Gladiolus carneus, Gladiolus cruentus, Gladiolus daleneii, Gladiolus oppositiflorus, Gladiolus papilio y Gladiolus tristis.

Los primeros híbridos surgieron en 1823 y su causante fue el cultivador inglés James Colville. Tras cruzar el Gladiolus cardinalis y Gladiolus tristis dio lugar al Gladiolus x colvillei, formando la base de los modernos gladiolos de flor grande y floración en verano tan apreciados en floristería: el grupo Grandiflorus. Posteriormente se dieron diferentes hibridaciones que dieron lugar a otros tantos grupos: el Nanus y el Primulinus.

Su nombre hace referencia, por un lado, a la forma de las hojas de estas plantas que se asemejan a la espada romana denominada gladius. Por otro lado, también se refiere al hecho de que en la época de los romanos la flor del gladiolo se entregaba a los gladiadores que triunfaban en la batalla; por eso, la flor es el símbolo de la victoria.

Los cormos (así se llaman los bulbos de gladiolos) se deben de plantar a unos 10cm de profundidad poniendo en la base una capa de arena, para proporcionarle buen drenaje, y a pleno sol. En climas fríos es aconsejable desenterrar los cormos en otoño cuando estén completamente secos, para volver a plantarlos en la primavera.

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